La poesía gauchesca
La poesía gauchesca es un tipo de
literatura de carácter popular que nació en el Río de la Plata a comienzos del
siglo XIX. Refleja las costumbres del hombre del campo, su tradición, su
vocabulario, el culto a las armas, la habilidad del jinete, el sentimiento de
la libertad; en fin, la vida del gaucho.
LA CHATA
Desde
el fondo granero de las chacras
con
torrentes dorados de cosecha,
los
caminos medías, tranco a tranco,
entre
leguas ocultas en tus ruedas.
Entrabas
a los predios ferroviarios
agitando
los ponchos de la arena
y el
grito animador de tu carrero
castigaba
los lomos de la siesta.
Las
bolsas descargadas por culata
sumaban
las fatigas chacareras.
Filoso
calador, en puñaladas,
abría
los arroyos de la avena.
La
flexible planchada de la pila
en su
danza sutil como grotesca
dejaba
sus quejidos en el burro
por lo
duro y brutal de la faena.
Los
silos a granel te despidieron,
el
moderno camión cerró tu gesta
y el
recuerdo de viejos changarines
se
cubre con olvidos de la arena.
Versos de Alfredo Amancio Varela
EN LA CRUZ DE SU ALAZÁN
Desde la verde extensión,
montando un brioso alazán,
el paisanito Julián
enfila hacia el callejón.
En su pecho una ilusión
acaricia con empeño,
porque anhela ser el dueño
de una morena preciosa
que se muestra desdeñosa
y por ella perdió el sueño.
Cuando el pingo escarceador
va repechando la loma,
ve que en la tranquera asoma
la que le robó su amor.
Sonriendo esta el campo, en flor,
cuando él le cuenta sus cuitas,
mientras que las margaritas,
al paso de aquella moza,
al saberla tan hermosa
parecen quedar marchitas.
Ante la presencia de ella
él dijo, en tono profundo:
“Sería el más feliz del mundo
si me alumbrara tu estrella”.
La moza, tímida y bella,
le contestó, emocionada:
“Aunque tu expresión me agrada,
comprometerte no quiero…
el hijo del estanciero
me tiene atemorizada”.
Apareció el estanciero;
con gesto tan provocante
que resbaló en un instante
de la cintura, el acero.
Sereno, en el trance fiero,
ante el ataque inhumano,
su cuerpo, ágil y baquiano,
esquiva la puñalada…
y le hace saltar la espada
de un rebencazo, el paisano.
Viendo la mano abatida
y a su rival confundido
le dijo: “Soy
bien nacido
y le perdono la vida”.
Y la moza, decidida
por el amor de Julián,
con cariño y con afán
no desdeñó sus halagos
y se fue, para otros pagos
en la cruz del alazán.
Versos de Roberto
Mario Ayrala
BOYERITO
Gauchito de pocas pilchas
hecho a dormir en el suelo,
sin más almohada que el basto,
sin más colchón que los lienzos,
ni más calor que el calor
que a veces le dan los perros.
A la edad en que otros niños
se divierten con sus juegos
este gauchito ya sabe
cómo se para un rodeo,
cómo se ajusta una cincha,
cómo se piala un ternero.
A la edad en que otros niños
la mente llena de sueños,
creen en las hadas amigas
que velan siempre por ellos,
él se enfrentó con la vida
para ganar quince pesos
y pa’ aliviar a los suyos
con una boca de menos.
Chiquilín que a los diez años
tiene costumbres de viejo
y hasta monologa a veces
mientras desvira unos tientos.
Pichón de gaucho, curtido
por los azotes del viento
y el azote de otras cosas
con que se va endureciendo.
Incapaz de una aflojada
es duro en el sufrimiento
y se agranda en el dolor
“ojalá se esté muriendo”.
Lo mismo, cuando el patrón
injusto le pega un reto
se queda mirando fijo
mientras se muerde en silencio
para cerrarle las puertas
al toro que lleva adentro.
Chiquilín que nunca vio
ni a media legua un colegio,
¡qué bien dibuja la “O”
revoleando el lazo abierto!
¡Y qué bien hace el palote
cuando el azote certero
sobre las ancas vacunas
deja la marca en el pelo!
Gauchito madrugador
desayunado a luceros,
si no fuera por tus gritos
chicoteando a todos vientos,
el campo, que es remolón,
habría seguido durmiendo…
Versos de Boris
Elkin
A LOS GAUCHOS
Raza valerosa y dura,
que con pujanza silvestre
dió a la patria, en garbo ecuestre,
su primitiva escultura.
Una terrible ventura
va a su sacrificio unida,
como despliega la herida
que al toro desfonda el cuello,
en el raudal del degüello
la bandera de la vida.
Es que la fiel voluntad
que al torvo destino alegra,
funde en vino de uva negra
de la dura adversidad.
Y en punto de libertad
no hay satisfacción más neta,
que medírsela completa
entre riesgo y corazón,
con tres cuartas de facón
y cuatro pies de cuarteta.
En la hora del gran dolor
que a las historia nos paría,
así como el bien del día
trova el pájaro cantor.
La copla del payador
anunció el amanecer,
y en el fresco rosicler
que pintaba el primer rayo,
el lindo gaucho de Mayo
partió para no volver.
Así salió a rodar tierra
contra el viejo vilipendio,
enarbolando el incendio
como estandarte de guerra.
Mar y cielo, pampa y sierra,
su galope al sueño arranca.
Y bien sentada en el anca
por las cuestas que se empina,
le sonríe su Argentina
linda y fresca, azul y blanca.
Desde Suipacha a Ayacucho
se agotó en el gran trabajo,
como el agua cuesta abajo
por haber corrido mucho;
más, siempre garboso y ducho,
aligeró todo mal,
con la gracia natural
que en la más negra injusticia
salpicaba su malicia
clara y fácil como un real.
Luego, al amor del caudillo
siguió muriendo admirable,
con el patriótico sable
ya rebajado a cuchillo;
pensando alegre y sencillo,
que en cualesquiera ocasión,
desde que cae al montón
hasta el día en que se acaba,
pinta el culo de la taba
la existencia del varón.
Su poesía es la temprana
gloria del verdor campero
donde un relincho ligero
regocija la mañana.
Y la morocha lozana
de sediciosa cadera,
en cuya humilde pollera,
primicias de juventud
nos insinuó la inquietud
de la loca primavera.
Su recuerdo, vago lloro
de guitarra sorda y vieja,
a la Patria no apareja
preocupación ni desdoro.
De lo bien que guarda el oro,
el guijarro es argumento;
y desde que el pavimento
con su verdad sobrepasa,
va sepultando la casa
las piedras de su cimiento.
Versos de Leopoldo
Lugones
EL AGREGADO
En un tiempo ya pasado
que se pierde en la distancia
en el puesto o en la estancia
solía verse al agregado.
Si el patrón o el encargado
su permiso concedía,
él allí su real tendía
dando vuelta en la ranchada,
dedicado a no hacer nada
así pasaba sus días.
que se pierde en la distancia
en el puesto o en la estancia
solía verse al agregado.
Si el patrón o el encargado
su permiso concedía,
él allí su real tendía
dando vuelta en la ranchada,
dedicado a no hacer nada
así pasaba sus días.
En un potrero del bajo
él sus caballos largaba,
y alguna oveja carneaba
por hacer algún trabajo.
Y pa’ no andar a destajo
meta mate en la cocina
si tenía lonja fina
trenzaba que era un primor
alguna linda labor,
completando su fajina.
Si una changa se le daba
debía ser de su agrado,
si era trabajo pesado
¡de seguro se enfermaba!
Cuando plata le faltaba
rumbeaba pa’l cañadón
a cazar algún nutrión
o tal vez un ave fina...
que cambiaba allá en la esquina
por yerba, naco o porrón.
Versos de Javier
Origlia (Ensenada)
VIVA LA PATRIA
¡Viva La Patria canejo!
Amigazo pegue el grito
que llegue hasta lo infinito
¡por más que ya es medio viejo!
Respire fuerte y parejo
para poder aguantar,
tratando de acollarar
más fuerzas para el domingo,
porque en ese día el pingo
¡siempre se debe ensillar
¡Patria linda! Patria mía,
sin una mancha ni un yerro,
aquí nació Martín Fierro,
del Campo y Echeverría;
tierra de gran valentía
como siempre lo probaron
esos gauchos que lucharon
con Güemes a la cabeza,
tierra llena de nobleza
¡que nunca la superaron!
Siendo criollo creo al fin
que el Veinticinco de Mayo
ha de cantar como un gallo
¡las glorias de San Martín!
Viva el sonoro clarín
de Río Bamba y Ayacucho,
¡viva el último cartucho
que orgulloso reventó;
y usted grite como yo:
¡que viva el Negro Falucho!
¡Viva el Sargento Cabral!
Figura noble y altiva;
y eternamente que viva
¡el pabellón nacional!
Cante alegre el pajonal
en su secreto lenguaje
los triunfos que el paisanaje
en este día alcanzara
con su lanza de tacuara
¡y su indómito coraje!
(Ca. 1924)
Versos de Clemente
Gulol